esgrimen bellos mapas anacrónicos
los tahures de la ambigüedad, en los umbrales
zarpar hacia las reservas ascéticas de coraje,
templar las tensas dosis de aliento
que glorifican la sed pletórica de uno mismo,
cómo azuzar esa lumbre, instar la travesía,
persistir en el culto de una ética ubicua,
consagrarme a ti y a tus labios de rocío perenne
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