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ateo poeta

 

 

Todo se puede precipitar

sin remedio, irresistible

a la artera y bella atracción

de la gravedad.

 

El día puede amanecer

sembrado de escarcha

y tu estómago retorcerse

como se retuerce el estómago

del boxeador que jamás

predice la parábola

de los golpes.

 

Tus pies pueden arrastrar

bolas de presidiario, masas

atómicas, agujeros negros

y una ridícula culpabilidad

por no saber explicar

la fórmula de la tristeza

ni confiar en ninguno

de sus antídotos.

 

El cielo se confunde con un

océano remoto, ya sólo

albergas ósculos como

ilusiones, tu parca y finita

geografía carnal, sólo deseas

declararte en huelga

general e indefinida.

 

 

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