Me encuentro en lugares
extraños, dando los buenos días
a las hojas muertas,
sonriendo a los supervivientes,
paseando con brío
por un tiempo refrigerado.
Reluce el sol de membrillo,
desayuno tus palabras de temporada
y me alegro de no ver danzando
a las alimañas
de la nocturnidad.
Percibo el aire cálido de tus besos
y los humores azules
donde amanecíamos plenos
de multitud, y también acepto
adrede el zumo solitario
de la resistencia.
Hoy prescindiré de la compra cotidiana
y de las genuflexiones,
me daré el lujo de perder el tren
y de llegar a ningún lado
por arte de birlibirloque.
Me alimentaré de la lentitud
y del idioma del porvenir
por muy lisiado que lo presenten
los agoreros de la sociedad.
Amo al tigre manso que se esboza
en tus bohemios espejos
y mucho más a las variables
que adivinas sin rubor cuando
se para el tráfico
y nos vemos cara a cara.
Eres frondosa y todos los estados
de la materia, y yo me indulto
disimuladamente por los deseos
insaciables y por las horas
derrochadas.
Fotografía: Lucien Clergue
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