Hay un río
circular,
inevitable,
en el acopio
de citas
eruditas.
Nos rendimos
a su magisterio,
al asombro
que nos produjeron
la primera vez,
como el beso
que besaba
nuestro pensamiento.
Después las entregamos
como una falsa moneda
cada vez que deseamos
suplir el vacío,
acompañar
a nuestras palabras,
a esas que nunca
serán capaces
de decir nada distinto,
por muchas piruetas
y malabares
que se nos ocurran.
Fotografía: Ihei Kimura
0 comentarios