Sobrevivir
a los desórdenes cotidianos,
a las interferencias,
a los aguaceros
y al aletear de las mariposas
que resurgen sublimes
de nuestros tiempos muertos.
Apaciguar la ansiedad
con las manos calmantes
y con el silencio exacto,
dando albergue
a las flores huérfanas
que ni lluvia ni un gramo
más de tierra
acapararían para sí.
Lástima
que algunas veces
nos olvidemos
de tan sabios
preceptos.
Fotografía: Michel Feugeas
0 comentarios