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ateo poeta

 

Cuando pasa un huracán

comprendes el valor de un refugio

y de las escasas palabras que,

de verdad, importan.

 

Es cuestión de tiempo, de esperar

a que transcurra el tiempo.

Y luego apreciar, con no menos

melancolía, las huellas

de esa irremediable

devastación.

 

Una calma bajo la piel

se manifiesta después, en plenitud

en cuanto reconoces lo absurdo

de ajustar cuentas

con nadie.

 

 

Ilustración: Ana Nieto

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