Al apasionante mundo
de las perífrasis
se le atribuyen
inconmensurables
ventajas.
Y no seré yo
quien les vaya
a aguar la fiesta.
Por un lado se evitan
los nombres propios
(con lo cual uno puede
declarar su amor
a los cuatro vientos
sin que nadie replique
por alusiones).
Por otro lado
es de agradecer
la renuncia a la insidiosa
manía por definir
cada término
(a la manera de esos amantes
obsesivos que no cesan
de ponerle puertas
al campo).
Con la familia
de circunloquios y objetos
indirectos es fácil
mantener largas
conversaciones
(y saltar de tema en tema
como quien no quiere
la cosa).
Y como este recurso
no es de obligado cumplimiento,
siempre cabe administrarlo
junto a pequeñas dosis
de abiertas afirmaciones
(de amor, de principios
o de finales).
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