Pienso en un globo aerostático,
con su lona a franjas de colores
llamativos y el soplete bombeando
aire cálido en su seno cóncavo,
y en el incierto devenir
al que se somete después de haberse
elevado con la primera propulsión.
Pienso en los planes y mapas
que trazamos con ahínco
y perseverancia, ufanos
de nuestro albedrío y capacidad
previsora, aspirando a crecer
y ensanchar nuestra corta mirada,
a entrar en contacto con algunos
de los seres mortales que pululan
alrededor.
Entonces veo con extraordinaria
nitidez la semejanza entre ambas
entidades al albur de corrientes
que nos mecen o empujan
con su violencia irresponsable,
y comprendo el vértigo irradiado
sobre el grueso del pasaje
que opta por no prestarle
demasiada atención.
Ilustración: Julie de Waroquier
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