No es solo
por culpa
de la edad:
estoy sereno,
lo veo nítido
y tenebroso.
Los procesos
tienden
a repetirse
como todo
lo que nace
y muere,
sin contemplaciones
ni medias tintas.
Los eventos
siguen
unos patrones
de conducta,
apenas
se desvían
de los caminos
trillados.
Puedes sorprenderte
por un quiebro
inesperado,
por una carambola,
por las variadas
ramificaciones
de los cuerpos
y los discursos,
pero sigue ahí
el abismo
celeste
y lánguido
de la reproducción.
Es entonces
cuando te preguntas
qué hacer
con tu fuerza,
con tus sentidos,
con tu singularidad,
antes
de que se sumerjan
en el fondo
embarrado
de esa corriente.
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