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ateo poeta

 

Uno sabe tarde que cada punzada exclamativa

proviene de una plétora de agujas y ángulos,

que descuidamos el estado de sitio declarado

en las zonas circundantes y amoratadas,

que seguimos recibiendo ganchos como si tal

cosa, que nos levantamos una y otra vez

con la vista nublada aunque el sol florezca

y se gire hacia las llagas que abrasa,

uno llega tarde a limpiar la morada vieja y

los trapos sucios de la familia carnal, tarde

a ponerse una nueva máscara y más creíble,

uno se enroca con sus armaduras oxidadas

más veces de las permitidas por las reglas

del juego y se lamenta de las bajas en combate

de su contingente aliado, uno gime en silencio,

sabe tarde que la necesidad y la virtud

se bifurcan en la larga marcha de los caracoles

por más encrucijadas teóricas que planteen

los agrimensores, uno, en fin, aprende a

desplazarse clavando más adentro las picas

que lo laceraban a media asta.

 

 

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