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ateo poeta

 

El cielo está despejado

y las bandadas de aves oscuras

no planean hoy con sus abanicos.

 

Al pensamiento glacial,

al apocalipsis tortuoso,

a la extensión superlativa,

la voz

y el carmín o la grasa

del cacao sobre los labios

les pueden averiar

el engranaje.

 

Dadme la sustancia

impronunciable

y los caldos bajo los cráteres

manarán como cosquillas

por las plantas de los pies

en absoluto silencio.

 

Mientras persista

la vocación jugosa del delirio

y se erradiquen las infecciones

de la luz,

apenas me quedará tiempo

para echarte de menos.

 

 

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