Se organizó una batida
por el monte raso
para dar
con mis huesos.
Los más veteranos
de la comunidad
blandieron
sus armas
e hicieron acopio
de pertrechos.
Se avecinaba ya
el crepúsculo
y decidí camuflarme.
Ni siquiera me tuve
que cubrir
el rostro.
Me uní al grupo
que me buscaba.
Fotografía: Guillermo Asián
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