También los fines de semana sirven
para que el terror sin piedad campe
a sus anchas como una rutina.
Hay noches en las que me inunda
la claustrofobia al cerrar los ojos,
aunque abrace a un cuerpo de seda.
En las fronteras disparan a matar
con mucha frecuencia. El humo
que se respira extermina a todas
las clases sociales.
He echado de menos algunas veces.
Hay imágenes tuyas que laceran
y no rectifico al estar tan solo.
Por recolectar escaramujos,
por la impunidad que rodea
a la esclavitud. ¿Es que sólo
podremos poner tiritas?
La masajista ciega se aplicaba
con el mismo tesón y siempre
me pregunto a dónde va a parar
mi dinero.
Las revueltas pueden cambiar
de bando. Las palabras pierden
su lustre. Nada surge de los rescoldos
y debemos tomar partido.
Perdóname, sé que me desearías
más presente, que no mezclase
ese mundo descompuesto
con lo frágil por construir.
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