La belleza
reside antes del poema.
Lo sabes porque tus ojos
y porque tu incendio
y por lo que das
con creces.
No necesitas mi lógica
y yo necesito más mundo
y más amor radiante.
Restituir
la suavidad del aire
huérfano, como una flor
ilesa y accidental.
Te digo que hay un continente
sumergido en cada deseo
rocoso.
En mis horas siempre aterrizas
con paracaídas
y me pides que te invite
a dulces populares.
Vamos a prosperar
con nuestros juegos
de muñecas.
Vamos a sorbos de luz
y a la tesorería
de lo incontable que sufraga
nuestros excesos.
Antes de que puedas leer
y de mi idioma
ya sabrás de lo insólito
y de lo pobre
y sublime
sin contradicción.
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