Siempre nos vamos lejos, a los glaciares,
a los puños cerrados, a una palabra que suena
exótica porque es embrión y justicia
horaria donde escampa un aguacero
estival.
Los nativos exponen su filosofía
de las cosas menudas y los dientes intactos
que atesoran la previsión
de lo irremediable, ante lo cual debemos
plegarnos con humildad y reconocer
cómo crepita la luz salada.
Me amarías si fuese otro animal
con alas y mitológico, la nuez
de las respuestas que yacen sin
preguntarse, pero apenas atisbo
las costuras del dolor.
Fotografía: Nat Farbman
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