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ateo poeta

 

 

Las relaciones muy

estrechas

tendían a hacerme daño

en los pies.

 

Para contrarrestar

optaba por el calzado

con uno o dos números

más de holgura,

lo cual generaba

otra suerte

de incidencias:

 

tropezones,

extravíos

y una anómala

desproporción.

 

Y si acaso me arrepentía,

ya estaba todo el género

liquidado

y era mi destino

deambular

a falta de prendas de vestir

menos defectuosas.

 

 

Ilustración: Violeta Camarasa

 

 

 

2 comentarios

ateopoeta -

de acuerdo, nada extraño al camino del corazón, pero éste es un órgano curioso donde los haya e independiente, hasta cierto punto, cuyo enigma sobre cómo alimentarlo o vestirlo sólo puede animar hasta al más escéptico

polikarpov -

Peor usar zapatos extraños o zapatillas de colores muy distintos a los del corazón, ¿no?