Glosando de nuevo la sociología fantástica del maquinador
Borges, en la Historia del guerrero y de la cautiva
opta por sentenciar: “todos los individuos son únicos
e insondables” al mismo tiempo que cada cual
responde “al tipo genérico que de él y de otros muchos
como él ha hecho la tradición, que es obra del olvido
y de la memoria.”
Emplea el artificio con el mero propósito de insinuar
los paralelismos ignotos de las vidas más singulares
y extravagantes.
Por lo que en lugar de añadir mi nota a pie de página
o ilustrar con patetismo mis cuitas indiscernibles,
me limitaré a señalar la conjetura del escritor
al cierre de su relato: “a los dos los arrebató
un ímpetu secreto, un ímpetu más hondo que la razón,
y los dos acataron ese ímpetu que no hubieran
sabido justificar.”
Ilustración: Peter Chadwick
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