trabajos verticales
Pautas, series, bucles iterativos:
¿Apariencias vulgares u osadas revelaciones
del sueño?
Automóviles mal aparcados cuyo claxon suena
irritante. Teléfonos descolgados no menos
monocordes.
Oyes sin oír las peroratas de los locutores.
Sólo la música, a veces, amansa a tu fiera.
¿Qué orden se puede imprimir a una realidad
críptica, en la que todo se desbarata?
Incluso con rachas a favor, siempre nos seduce
el naufragio.
Como si todo consistiese, a partir de cierto punto,
en ir desdibujando cada línea, trazo, código,
mancha, pena, hálito,
hasta el principio del fin.
No voy a añorar nada. Lo fugaz y lo único, el guiño
y lo imprevisto, por definición, se desvanecen.
¿Cómo preservar una unidad en lo intangible
y etéreo, empero fértil?
Si no fuera por el camuflaje, por la desnuda sinceridad
con cada uno de esos interrogantes,
sucumbiría al abrazo mórbido
de quienes torturan sonrientes, en sigilo, cómplices.
Ruido y silencio. Caballos alados y producción en
cadena. Te di la rosa que sigo llevando
dentro.
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