Irme lejos, aislarme,
que sean nubes y alas
quienes limen aristas,
en donde se fragüe
la nuez, la destilación,
el amor al hueso sobrio,
que florezca el verdín
de lo húmedo, cálido
y respirable.
Regresar al abrazo
y a la convulsión sudorosa
del bosque concreto,
incorporarme a ligaduras
y urdimbres, al alba,
a lo que subyace bajo
las apariencias de meseta,
rotar de perspectiva
con mis semejantes.
En cada opción y veta
en destello, sin más sostén
que un devenir craso,
arrogante, tan turbio,
sólo décimas de segundo
que son días sin sueño,
me das de beber
ese agua fría e hiriente,
amaina la muy densa
certeza, la luz
y la espiga se inclinan
a mi lado.
Fotografía: Michal Giedrojc
0 comentarios