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Cuanto más inteligentes
y más chispa tienen,
más arrebato sexual
me provocan.
Aunque ellas
suelen inclinarse
por seguir charlando
y haciendo planes
para poner esta vida
del revés.
Y yo archivo o aplazo
mi lujuria hasta
que no aguanta más
y revienta
o se aplaca
por otros medios,
todo por amor
a la sintonía
de las ideas.
En cambio, qué tristes
resultan aquellos
cuerpos que son solo
libido, consumación
carnal y rehenes
del placer.
Después del vicio
queda ese enorme
desierto sin palabras
que me aleja
para siempre
de cualquier posible
reincidencia.
Fotografía: Christian Coigny
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